Dejar el poder es un proceso difícil, sobre todo cuando no se han procesado las razones de la derrota. Al parecer, eso le pasa a Víctor Hugo Lobo, que había mantenido el control en la delegación Gustavo A. Madero. Hay muchas muestras de que será difícil la transición en esa nueva alcaldía.
La gente del aún delegado simple y sencillamente no acepta recibir ningún documento del equipo de Francisco Chíguil, alcalde electo de Gustavo A. Madero. Desconocen la representación que puedan tener y no ha podido transitar el proceso de cambio de poder. En un buen brete van a meter a la Contraloría.
La situación empieza a tensarse: por redes sociales el próximo alcalde lanzó la advertencia “su administración está plagada de irregularidades. Procederemos de ser necesario, contra aquellos que usan en beneficio propio los recursos de la delegación. No es una amenaza, sino justicia para los maderenses”.
Es tan curioso ver el encono, sobre todo porque Lobo fue hace algunos ayeres, un cuadro de Chíguil, se formó dentro de su equipo. Pero tomaron caminos diferentes y cada uno carga con su historia.
Víctor Hugo Lobo tendrá el beneficio del fuero, porque en cuestión de semanas, rendirá protesta como diputado local del próximo Congreso de la Ciudad de México; pero ya no podrá cargar con todo el equipo que lo ha acompañado en la delegación, además de la gente de Nora Arias, que se quedó sin nada después de la derrota frente a Chíguil.
Valdría la pena que esa pareja hiciera un alto y con serenidad hiciera la autocrítica del ejercicio realizado en Gustavo A. Madero, porque la ciudadanía dejó en claro su rechazo a la permanencia. Con el voto calificó la adminis-tración que tuvo Lobo y cerró la puerta a la posibilidad de que Arias volviera a gobernarlos.
Lobo Román amarró su diputación por la vía plurinominal al asegurar el lugar uno de la lista, pero no tiene la fuerza política para romper lanzas contra el nuevo gobierno morenista, a lo mucho, que puede llegar, es a ser un legislador incómodo. Literalmente ha dejado de ser el cacique de la Gustavo A. Madero.
Si bien Chíguil vuelve a tomar el control, trae una carga de la cual no se puede deshacer: los jóvenes muertos en el bar New’s Divine, cuando era el delegado. Bajo su responsabilidad estaban los permisos a estos giros mercantiles, la investigación le impidió concluir su gestión y aunque en el proceso judicial se le cuidó para no ir a la cárcel, a la gente el caso no se le olvida.
A ver cómo se comportan los perredistas en otras delegaciones, porque el Gobierno de la Ciudad de México, si bien se ganó en 2012 bajo las siglas del PRD, se cerrará una administración que es muchas cosas, menos perre-dista, quizá tenga poco de apartidista con José Ramón Amieva al frente.
Redacción ESPERANZA BARAJAS
Puedes ver la nota original en El Heraldo de México
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