
Cuando los residentes del sur de California agotaron las existencias de papel higiénico, el último fin de semana corrieron a hacer lo mismo al lado mexicano de la frontera.
Y ahora que los anaqueles de supermercados en Tijuana lucen vacíos, ha comenzado la reventa de rollos de papel a los conductores a la espera de cruzar a California.
Un señor que dice llamarse Alejandro vende en las madrugadas paquetes de plástico de 30 rollos de papel higiénico genérico; es decir sin marca, en 45 dólares, poco más de 1000 pesos
Cuando acaba esas bolsas, continúa con otras de doce rollos por 25 dólares.
Quien sepa regatear, puede conseguir que le venda la bolsa grande en 40 dólares y la pequeña en unos 22 dólares, pero no bajará más porque “la demanda de su mercancía se incrementa en estos días”.
l domingo a alguien se le ocurrió llamarlo “el rollero de la línea” y ahora así lo conocen.
“Rollero” es alguien que dice mentiras, pero en este caso es por los rollos que vende “en la línea”. En específico, en las inmediaciones de la línea divisoria entre California y México.
“El rollero” comenzó a vender hace apenas unos tres días, ante el asombro de conductores y de otros vendedores cuyas mercancías son menos voluminosas —como vasitos con avena, café, burritos o “tostilocos”.
Muchas personas le preguntan solo por curiosidad: ‘Hey, ¿a cómo la bolsa [con 30 rollos]’? Ante ello, “El rollero” les responde: “Ya voy primo”.
“El rollero” eligió el mejor horario para vender el papel: en las madrugadas.
De acuerdo con estadísticas de la oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), la mayoría de los 50 mil conductores que a diario pasan de Tijuana, México, a San Ysidro, California, cruzan entre las 4:00 a.m. y 7:00 a.m.
Para irse a formar a esa hora, y esperar entre 30 y 60 minutos para cruzar “la línea”, muchas personas tienen que levantarse entre las 2:00 a.m. y 3:00 a.m. y regresan por la tarde a dormir temprano, sin tiempo para ir a hacer compras.
Este lunes los anaqueles donde regularmente está disponible el papel higiénico en las tiendas en Tijuana tenían letreros como “Máximo tres piezas por cliente”, pero estaban vacíos.