Abuelita vacunada a sus 120 años contra el COVID, hacía tortillas de semillas de árbol

Ciudad de México

Una vez que recibió la vacuna contra el covid-19, doña María Antonia, de 120 años, se hizo más popular. Es reconocida como una persona amable, fuerte y cariñosa con su familia… la llaman “la abuelita de Amoxoyahuatl”, comunidad del municipio de Platón Sánchez, en Veracruz.

Sonriente y de buen humor, doña María Antonia dice estar consciente que ha vivido muchos años, y por eso no recuerda muchos hechos históricos, pero tiene muy presente cuando se casó, cuando instalaron la primera escuela cerca de su casa y los balazos durante la Revolución Mexicana.

Otros hechos que narra es una epidemia que mató a sus padres y la hambruna de una época de mucha pobreza durante su niñez.

Su acta de nacimiento, que ya es un documento actual, pues “la anterior ya no se veía y quién sabe dónde quedó”; dice muy claramente: Fecha de nacimiento: 13 de junio de 1900.

“Ahora que recibí la vacuna estoy contenta, pero yo siempre estoy de buen humor. Me siento fuerte”, expresó en un dialecto que han aprendido todos sus hijos y la mayoría de los nietos para comunicarse con ella.

Al principio se muestra un poco callada, pero ya encarrerada habla sobre su vida, lo difícil que fue quedar huérfana y más tarde viuda a edad temprana. Una de sus hijas tenía tres meses cuando murió su esposo, y esa hija también ya falleció.

Aún así guarda buen ánimo y lo mostró durante su cumpleaños de junio pasado, en donde bailó con sus nietos.

Tiene muy presente la época de la Revolución Mexicana. “Estando en el monte con mi familia, dormidos, porque dormíamos en el monte por miedo, se escuchaban los balazos de los enfrentamientos, y siempre estábamos inquietos que en algún momento nos fueran a encontrar.

Predominaba el miedo en la gente y todos nos apurábamos a terminar nuestras labores para comer temprano e irnos al monte. No alcanzaba la comida, nos daban dos tortillas a cada quien, a mis hermanos, y eran tortillas que hacíamos con semillas de árbol, no de maíz”.

“Qué eso es lo que recuerda, que ha pasado mucho tiempo y que se le olvida”, dice su nieto Antonio, quien traduce. Comenta que cuando era joven tardaba medio día caminando para ir desde su comunidad hasta Huejutla, ciudad más cercana, y se tenían que quedar a dormir para evitar que los sorprendiera la noche en el regreso. Ahora, en automóvil está a una hora.

Ella come muy sano, nada de chatarra ni refrescos”, dice uno de sus nietos ante la pregunta de cuál es el secreto para llegar a esa edad, y antes de soltar la carcajada ella aclara: “me gusta comer de todo, y como muchas enchiladas, me gustan las enchiladas

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